Por Juan Carlos López Medina.
Noviembre se ha despedido de Aldeatejada dejando algo más que música, juegos y fuegos de alegría. Nos deja pueblo, nos deja encuentro, nos deja ese poso cálido que solo queda cuando las cosas se hacen bien… y entre todos.
Las fiestas patronales en honor a Santa Bárbara han vuelto a demostrar que aquí nada se improvisa. Detrás de cada acto, de cada escenario, de cada actividad para niños, jóvenes, mayores y familias enteras, hay meses de trabajo callado, de organización minuciosa y de entrega generosa. Y ese esfuerzo tiene nombre propio: la Corporación Municipal y el Ayuntamiento, que un año más han conseguido que todo fluya con orden, seguridad y brillantez.
Nada de esto ocurre por casualidad. Ocurre porque hay implicación, hay responsabilidad y, sobre todo, hay amor por el pueblo.
Conviene recordarlo con claridad y respeto a la tradición: el verdadero día de Santa Bárbara es el 4 de diciembre. Ese es su día. El que marca el calendario y guarda la raíz profunda.
Pero los actos litúrgicos se han celebrado en domingo para facilitar la participación, para que nadie se quedara sin verla pasar, sin acompañarla, sin sentirla cerca. Y fue, precisamente por eso, un éxito rotundo, favorecido además por un aliado que no siempre se puede programar: el buen tiempo.
El día acompañó. Cielo limpio, temperatura amable, calles llenas de vida. Un sol de invierno suave que convirtió la procesión en un paseo de emoción compartida, sin prisas, sin paraguas, sin sombras innecesarias.
La misa y la procesión fueron mucho más que un rito: fueron una manifestación viva de identidad colectiva. La iglesia llena. Las calles en respetuoso silencio. Santa Bárbara avanzando entre miradas agradecidas, entre recuerdos, entre promesas, entre esperanza.
Tras la procesión, la Asociación Cultural Santa Bárbara ofreció un caldo con viandas, humeante y generoso, de esos que abrigan el cuerpo y reconcilian la memoria con el invierno. Un momento sencillo, profundamente fraterno, donde nadie preguntó quién era quién: todos eran pueblo.
Vecinos charlando sin prisa. Familias compartiendo.
Mayores sonriendo. Niños correteando. La tradición convertida en abrazo.
Uno de los momentos más emocionantes de estas fiestas llegó con el merecido homenaje a Basilio, que se despide de su supermercado por jubilación tras toda una vida de trabajo al servicio del pueblo.
Visiblemente emocionado, recibió de manos del alcalde, y en nombre de todo el pueblo de Aldeatejada, una placa conmemorativa y un pin con el escudo del municipio, símbolos sencillos pero cargados de gratitud. Su esposa recibió también un precioso ramo de flores, en un gesto cargado de respeto, cariño y reconocimiento compartido.
No fue un acto protocolario. Fue un acto de justicia emocional. De esos que se dan cuando un pueblo no olvida a quien estuvo siempre ahí, detrás del mostrador, al otro lado de la necesidad cotidiana.
Gracias, de corazón, por tantos años de dedicación y servicio a Aldeatejada.
Estas fiestas han vuelto a demostrar que se puede avanzar sin perder raíces. Que se puede tener ruido sin perder respeto. Que se puede celebrar sin olvidar quiénes somos.
Y mientras Santa Bárbara siga saliendo a la calle, mientras su día siga marcado a fuego cada 4 de diciembre, mientras el pueblo siga caminando unido, aunque piense distinto…Aldeatejada seguirá teniendo alma.
Gracias a la Corporación Municipal. Gracias al Ayuntamiento. Gracias a la Asociación Cultural Santa Bárbara. Gracias a cada trabajador. Y sin lugar a duda; Gracias a cada vecino.
Y gracias, siempre, a Santa Bárbara, que no solo es patrona, sino también puente, cobijo y encuentro.
Que su luz siga uniendo generaciones, tendiendo manos y recordándonos que, por encima de todo, somos un mismo pueblo que camina junto, bajo el mismo cielo de Aldeatejada.
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