Por Juan Carlos López Medina. Asociación Cultural Santa Bárbara – Aldeatejada
Aldeatejada ha vuelto a vestirse de historia, de seda y brocado, para vivir su día grande: las XII Vísperas Nupciales. Una jornada que nos ha hecho viajar al siglo XVI, cuando la infanta María Manuela de Portugal se encontró en estas tierras con su prometido, el príncipe Felipe de España, poco antes de su boda en Salamanca.
Más de trescientas personas, vecinas y vecinos del pueblo, han dado vida al pasado con una entrega admirable, luciendo sus trajes de época y llenando de color, música y emoción las calles que hoy respiraban historia. La plaza de la Iglesia ha sido testigo de un acto que ya no es solo una recreación, sino un verdadero homenaje a la identidad de Aldeatejada y al espíritu de quienes la hacen posible año tras año.
El desfile de nobles, aldeanos y autoridades —civiles, religiosas y militares— ha recorrido un pueblo engalanado para la ocasión, hasta desembocar en la plaza Mayalde, donde el tiempo parecía haberse detenido. Allí, entre risas, bailes y compases renacentistas, el mercado de la época abría sus puestos: 58 tenderetes donde los visitantes podían adquirir productos pagando con los tradicionales maravedís, acuñados especialmente para la fiesta.
Y así, un año más, Aldeatejada se ha convertido en villa renacentista, evocando aquel encuentro real de 1543 entre María Manuela de Portugal y Felipe II de España. Un encuentro que, siglos después, sigue encendiendo la memoria colectiva de un pueblo que no olvida que sus piedras, sus calles y su gente son los verdaderos guardianes de la historia.
No soy de Aldeatejada, pero hace ya dieciocho años que, junto con mis compañeros, llevo cada día a los colegios, a los trabajos y a sus quehaceres diarios a los garduños. Por eso, cuando llega esta fiesta, también la siento un poco mía. Y desde mi mirada —como cronista para la Asociación Cultural Santa Bárbara, pero sobre todo como alguien que comparte caminos con este pueblo— me gusta pensar que contar lo que aquí ocurre es otra forma de participar, de agradecer, y de seguir haciendo que la historia de Aldeatejada no se detenga, sino que siga viva, en cada paso, en cada sonrisa, en cada víspera.
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