El jamón ibérico un producto que une tradición y proyección internacional

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Es uno de los alimentos más reconocidos de la gastronomía española. Su consumo se ha extendido en los últimos años a distintos mercados del mundo, donde cada vez más personas lo identifican como un producto de calidad y como un reflejo de las tradiciones españolas. Su origen está en la cría de cerdos en libertad y en un proceso de curación largo y controlado, aspectos que han sido clave para su prestigio.


Producción y calidad


Los jamones ibéricos de Bellota ocupan el lugar más alto dentro de la clasificación. Estos provienen de animales que, durante la montanera en otoño, se alimentan principalmente de bellotas. La genética del cerdo ibérico, junto con esta dieta, aporta un mayor nivel de grasa intramuscular y un veteado característico en la carne. De esa combinación resulta un producto valorado tanto en España como en el extranjero, no solo por su sabor sino también por la consistencia de su producción.



El interés internacional ha crecido en paralelo con el conocimiento del consumidor. En restaurantes de alta cocina y en eventos gastronómicos, su presencia se ha vuelto habitual. Además, explican que el público quiere información sobre la procedencia y el método de elaboración, lo que ha llevado al sector a reforzar la transparencia en la comunicación.


Experiencia en la mesa


El maridaje se ha convertido en un aspecto central para los profesionales de la gastronomía. Sommeliers y cocineros destacan la afinidad entre el jamón ibérico y vinos tintos de Denominaciones de Origen como Rioja o Ribera del Duero. Estas combinaciones resaltan los matices de ambos productos y ofrecen experiencias culinarias que hoy forman parte de las cartas de restaurantes y de las recomendaciones enoturísticas.


La presentación también ha evolucionado. Cortadores especializados emplean técnicas y herramientas diseñadas para obtener lonchas homogéneas y finas. La precisión en el corte permite apreciar mejor la textura y el sabor. Además, la disposición en tablas, platos o formatos adaptados a distintos eventos refuerza la experiencia de consumo.


El papel de la curación


El proceso de curación es otro de los puntos clave. En este caso, puede extenderse hasta 36 meses o más. Este tiempo permite que cada pieza adquiera un perfil propio en aroma, sabor y textura. “Productores y especialistas coinciden en que esta etapa define la identidad del producto y explica gran parte de su reconocimiento”, afirman en Jamones Blázquez.


Crianza en la dehesa


La dehesa, ecosistema característico de la península ibérica, constituye el entorno donde se crían los animales. La presencia de encinas y alcornoques asegura la disponibilidad de bellotas y mantiene un sistema de producción que equilibra la actividad ganadera, forestal y agrícola. Este modelo no solo respalda la calidad, también contribuye a la conservación ambiental de un espacio único.


Certificación y confianza


El sistema de etiquetado por colores es el mecanismo que regula y diferencia las categorías. Estas certificaciones garantizan autenticidad y protegen al consumidor frente a posibles confusiones. A su vez, sostienen la reputación de un sector que debe responder a la creciente demanda internacional sin perder la confianza ganada en décadas de trabajo.


Un legado en expansión


El jamón ibérico de bellota representa un equilibrio entre tradición e innovación. Es resultado de un sistema de producción que combina prácticas históricas con técnicas modernas, garantizando que cada pieza conserve su valor cultural y gastronómico. El crecimiento de su consumo confirma que no se trata solo de un alimento, sino de un símbolo de identidad y de un legado que España comparte con el mundo.

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