Nostalgia, un viaje imposible, pero añorado hacia nuestro pasado

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Una opinión de Juan Carlos López Medina - Presidente Nacional Asociación de Padres de Familia Separados


En estas fechas navideñas que invitan a la reflexión, quiero que mi primer artículo del año, sirva para mostrar mi reconocimiento a los sanitarios, a las gentes que hemos respetado los consejos para minimizar los daños del COVID 19, y sobre todo, a todos aquellos que han sufrido los horrores de esta pandemia, robando los mejores años de la vida a los jóvenes, castigando con el alejamiento a las familias, y llenando la morgue de inocentes que se marchan con un adiós, improvisado. 


Vamos a hablar del sentimiento de nostalgia. Un viaje imposible, pero añorado hacia nuestro pasado. 


Cuando fracasas en tu relación de pareja, te invade esa nostalgia de un pasado que nunca podrás volver a vivir, pero que te aliviará la angustia del fracaso y de la tristeza que te da el entrar en la espiral de la soledad. 


De pronto, uno se siente invadido por imágenes, palabras o sensaciones del ayer. Se da cuenta de que no es un mero ejercicio de la memoria, ya que, acompañando esos trazos de vida vivida, amanecen vagas emociones que parecen instalarse definitivamente en nuestro interior. Ocurre entonces que de aquellas emociones vagas despierta un enorme sentimiento que cubre todo nuestro ser con su presencia. Es como si de golpe todo el pasado vivido quedara resumido en esa estampa agridulce. Como si el tiempo se apagara con el único propósito de meternos en la encrucijada de ser lo que ya no podemos ser. 


Hay sentimientos más llevaderos que otros; sin embargo, el de la nostalgia puede llegar a doler. Menudo dilema someterse al quiero y no puedo. Vaya plan perderse en el laberinto del tiempo sin poder salir de él sin sufrir, añorando un regreso imposible. No obstante, algunas personas descubren en tal pasión una forma adictiva de vivir, un refugio para su incomprensible vida, un exilio interior que llena los vacíos de su existencia. 


La palabra nostalgia se nutre, en su raíz griega, de nosotros, que viene de nesthai (regreso, volver a casa), y de algos (sufrimiento). Podría definirse entonces la nostalgia como el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. 


La nostalgia sentimental, es una especie de lamento de las pérdidas de nuestra vida, como pueden ser, por ejemplo, los amores pasados. No es de extrañar que el primer amor sea aquel al que siempre regresamos, sobre todo cuando las cosas no nos van bien en las relaciones actuales, por ausencia de ellas, o por una separación traumática. Parece que encontramos refugio regresando al centro de los días en los que la única preocupación era descubrir el dulce sabor de los primeros besos. Siendo como es un bonito recuerdo, con la nostalgia se convierte en una desesperanza. 


Atesoramos experiencias cuyo significado ha calado tan hondo en nuestra existencia, que su inesperado recuerdo nos traslada hasta ese mismo instante en el que logramos aquel éxito, en el que surgió el amor, en el que vivimos con intensidad, en el que nos pareció que estábamos cambiando el mundo. Tal vez no repetiríamos los mismos acontecimientos, pero qué duda cabe que volveríamos gustosos a envolvernos de los mismos sentimientos. 


Otra manera de vivir la nostalgia es la que representan aquellas personas que viven sin desprenderse nunca de su pasado. Lo recuerdan con conocimiento de causa, lo revisan en fotos o vídeos, lo mantienen vivo en cada conversación (fuimos tan felices...qué bien lo pasábamos... tenemos que volver... ¿te acuerdas de...?). 


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Es una manera de permanecer a través del tiempo, lejos de abrir los ojos a su realidad más inmediata, tal vez más oscura que la de aquellos años que fueron tan felices. Por supuesto, es un engaño, una interesada comparación, porque ni aquellos días fueron tan increíbles, ni los de ahora son tan grises. Ocurre, eso sí, que al creer con convicción en la imagen que tenemos del pasado, todo lo bueno que exista ahora en sus vidas será difuminado para no estropear el añorado recuerdo con el que queremos vivir. 


Elogiar el tiempo pasado desde la gratitud puede entenderse como un acto de alivio interior, de poder mirar atrás, lo vivido, en paz y tranquilidad. 


No se trata de evitar una presencia nostálgica, sino integrarla como parte del inmenso don de haber podido vivir momentos de tanta plenitud. La nostalgia entonces desvela una armadura contra lo real. Una obsesión del tener que regresar, a unos tiempos pasados, pero nunca ni mejores ni peores, sino construidos por nosotros, por nuestro subconsciente, para aliviar nuestro presente. 


¿Qué función puede tener entonces la nostalgia? Sin duda, acordarnos de aquel que fuimos y poder observar al que somos ahora. El sentimiento de añoranza no deja de ser una pérdida por un yo que existió. 


Por otra parte, si de pronto, por ejemplo, has tenido un encuentro casual con un antiguo amor al que hacía mucho tiempo que no veías, es posible que durante unos días esa etapa vuelva a estar más presente en ti. Por el recuerdo de ese presente que ha traído nuevamente el ayer a tu vida; sin embargo, eso no significa que sigas enamorado de esa persona, sino que, como persona, no puedes desprenderte de los recuerdos. Los recuerdos te acompañan allí donde vas. Incluso aunque a veces parezcan dormidos. 


Y quisiera terminar regalándoles una frase que puede resumir mi artículo de Gabriel García Márquez. ”Quería dormir, no por cansancio sino por nostalgia de los sueños”. 


Feliz y próspero año 2022.

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