Salamanca respiró aire contaminado durante el año 2019

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Ecologistas en Acción ha presentado hoy el informe “La calidad del aire en España durante 2019”, con datos de 805 estaciones oficiales. Excepto la Junta de Castilla y León, casi todas las comunidades suministraron la información completa.


Durante 2019 la contaminación atmosférica se ha mantenido en general estable, con reducción de niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), pero ascensos de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5) y dióxido de azufre (SO2). El ozono troposférico se ha mantenido estacionario.


Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más estrictas y acordes con una adecuada protección de la salud, la población que respiró aire contaminado fue de 44,2 millones, el 94% del total. Pero según los estándares más laxos de la normativa serían 12,5 millones de personas, el 26,6% del total. Menos que en 2018 y la más baja desde 2011.


La superficie expuesta a niveles de contaminación que dañan la vegetación, cultivos agrícolas y ecosistemas naturales, según la normativa es el 50,2%, similar a 2018. Si se tiene en cuenta el objetivo a largo plazo para la protección de la vegetación de la normativa para el ozono troposférico, la superficie expuesta al daño sube al 87,9% del territorio.


La principal fuente de contaminación en áreas urbanas, donde vive la mayor parte de la población, es el tráfico motorizado. Al resto del territorio le afecta las transformaciones químicas de contaminantes originales emitidos por ese tráfico urbano, industrias y ganadería intensiva, que forman derivados como partículas o el ozono. El transporte aéreo y marítimo también tienen gran repercusión.


El ozono es el contaminante con mayor extensión y afección a la población, Sus alzas y bajas se debe al incremento de temperaturas medias y situaciones meteorológicas extremas (olas de calor), cada vez más frecuentes e intensas como resultado del cambio climático. Durante 2019 la mayor parte del territorio ha seguido expuestos a niveles peligrosos para la salud humana y vegetal.


La contaminación del aire es un problema de primer orden. En España causa unas 30.000 muertes prematuras anuales, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Para el Instituto de Salud Carlos III, 10.000 en episodios de alta contaminación como los registrados en 2019. También vuelve menos productivas y vulnerables a enfermedades y plagas a plantas y ecosistemas. En Europa, Italia y España tienen la agricultura más dañada por ozono.


Los costes sanitarios derivados de la contaminación suponen 50.000 millones de dólares al año, un 3,5 % del PIB español, según el Banco Mundial. Aunque los cambios necesarios en los modos de producción y transporte implican fuertes inversiones, los beneficios se estima que los superan entre 1,4 y 4,5 veces.


Segú el Eurobarómetro sobre la calidad del aire de septiembre de 2019, para el 74% de españoles encuestados se ha deteriorado en la última década, y el 60% se consideran mal informados. Según otra reciente encuesta de T&E, el 82% apoyan la restricción de entrada de coches en las ciudades o mayor espacio público para viandantes, ciclistas y transporte colectivo.


Los Planes de Mejora de la Calidad del Aire son obligatorios según la legislación vigente. Pero, o no existen o no son efectivos por falta de voluntad política para acometer medidas estructurales. 


Pocas ciudades, como Valladolid, tienen protocolos de actuación frente a puntas de contaminación bajo situaciones meteorológicas adversas. La legislación europea y española está lejos de los valores recomendados por la OMS, basados en las evidencias científicas de la relación entre contaminación atmosférica y salud.


La única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando transporte público, bicicleta y tránsito peatonal. También es necesario promover el ahorro energético, mejorar las técnicas industriales disponibles, cerrar centrales térmicas de carbón, penalizar el diésel, usar menos el avión y controlar las emisiones del transporte marítimo. 


La reciente crisis sanitaria corrobora que si se reduce el tráfico en las ciudades baja la contaminación y mejora la salud pública. Con la campaña “Confinemos los coches, recuperemos nuestro espacio”, Ecologistas en Acción reclama la reducción drástica del uso del vehículo motorizado privado. Y redistribuir el espacio urbano para fomentar la movilidad activa peatonal y ciclista, junto al transporte público urbano e interurbano con una financiación pública suficiente.


La calidad del aire en Castilla y León


Durante 2019 se recopilaron los datos de 51 estaciones de control de la contaminación en Castilla y León. El contaminante con mayor incidencia fue el ozono troposférico, seguido de las partículas PM10 y PM2,5 y el dióxido de azufre. 


Castilla y León tiene tres áreas con importante contaminación: una al norte afectada por emisiones de centrales térmicas de León y Palencia; otra al sur de las provincias de Ávila, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora, donde llega la contaminación emitida desde Madrid y el área industrial de Oporto en forma de ozono troposférico, a pesar de su lejanía; y la aglomeración de Valladolid, con importante tráfico metropolitano.


Como consecuencia, toda la población respiró en 2019 aire perjudicial para la salud, según las recomendaciones de la OMS. Teniendo presente el objetivo legal para la protección de la salud del ozono en el trienio 2017-2019, hay 240.000 afectados (10% de la población), en la Montaña Sur, donde la media de estaciones de medición lo han superado. La totalidad del territorio estuvo expuesto a niveles de contaminación que dañan la vegetación.

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