La trascendental decisión del Consejo de Seguridad Nuclear sobre la Mina de Retortillo que desarma el castillo de Berkeley

|

Sira en Retortillo


Comunicado Plataforma Stop Uranio


Desde la Plataforma Stop Uranio celebramos enormemente que el Consejo de Seguridad Nuclear haya dado carpetazo definitivo al proyecto radiactivo de Berkeley Minera en Salamanca. Tras la propuesta de apreciación desfavorable emitida por el Pleno del CSN de hoy lunes 12 de julio, al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico no le queda otra que denegar la Autorización de construcción de la planta de concentrados de uranio de Retortillo.


Tras una década de movilizaciones vemos la luz al final del túnel, con una decisión fundamentada en criterios técnicos, por las elevadas incertidumbres y escasa fiabilidad de la empresa, cuando nos podíamos haber ahorrado sufrimiento y 2000 encinas centenarias si hubiera habido más determinación en defender el territorio ante proyectos dañinos para nuestra tierra.


El castillo de papel construido por Berkeley en torno a la posibilidad de extraer uranio en Salamanca ya estaba muy tocado desde hace tiempo, corroborado por la Ley de Cambio Climático y Transición Energética que prohíbe la “Investigación y aprovechamiento de yacimientos de minerales radiactivos”, con lo que el conjunto de lo que Berkeley ha llamado Mina Salamanca se había desmoronado ante la imposibilidad de abrir nuevas minas en nuestra provincia.


La especulación que ha rodeado todo lo relacionado con Retortillo ha llegado hasta la semana pasada, en la que ha tenido un volumen de negociación en el precio de sus acciones inédito en este año 2021 ante la inminente decisión del CSN. Durante los tres años que ha cotizado Berkeley en la Bolsa española ha sido un continuo sube y baja para que avispados inversores se lleven un pingüe beneficio a costa de incautos que se han creído a pie juntillas lo que transmitía la empresa minera a través de sus medios de comunicación afines.


Las consecuencias de este negocio especulativo la hemos pagado las personas que habitamos en el entorno de Retortillo, con enfrentamientos personales que tardarán tiempo en cicatrizar, y las encinas centenarias que taló Berkeley entre 2016 y 2017 con el único objetivo de atraer inversores a su proyecto.


Ahora ya tenemos más claro nuestro futuro. Muchas personas habían postergado decisiones sobre su vida o sus negocios a consecuencia de estar pendientes de si finalmente tendríamos que soportar unas instalaciones radiactivas, consideradas de primera categoría dentro del ciclo de combustible nuclear, cerca de nuestras casas. Tras la decisión del Consejo de Seguridad Nuclear ya podemos decidir sobre nuestro futuro sin tener esa espada de Damocles sobre nuestras cabezas.


Es de esperar que Berkeley no dé su brazo a torcer alegremente y plantee recursos en vía administrativa o judicial, pero evidentemente su tiempo ha pasado. Lo mejor que puede hacer la empresa minera es devolver a los ganaderos todo el terreno que había comprado y que ya no va a necesitar para construir la mina y planta de Retortillo.

Comentarios